Las diferencias entre el Trotskismo y el Estalinismo
Una creencia muy difundida entre los simpatizantes del marxismo es la de caracterizar al régimen socioeconomico que se instaló en la Unión Soviética durante el régimen de Stalin como capitalismo de estado. Sin embargo, esto es fácilmente refutable. Según el propio Lenin para que una organización económica se la pueda caracterizar como capitalismo de estado, tienen que verificarse en dicha economía márgenes de desarrollo capitalista con propiedad privada. Y esto efectivamente se dio en la URSS durante la NEP; y la misma terminó con Stalin cuando éste resocializó toda la economía que Lenin había privatizado parcialmente. Trotski mismo denominaba a la URSS como "socialismo burocrático", es decir, una etapa posterior al capitalismo de estado y previa al comunismo.
¿Pero entonces cuáles fueron las diferencias entre Trotski y Stalin? En primer lugar, Trotski quería que la URSS, como centro de mando del movimiento comunista mundial, impulsara a los partidos comunistas del resto del mundo a que hicieran la revolución socialista en cada uno de sus países, como lo habían hecho los bolcheviques en Rusia: organizando un ejército, dando un golpe de estado e imponiendo una dictadura del proletariado. A esto se le llamó la doctrina de la "revolución permanente". Stalin, en cambio, era de la idea que en los demás países de Occidente y del Tercer Mundo no estaban dadas las condiciones para realizar una revolución socialista. Los partidos comunistas debían participar en las elecciones de la democracia burguesa y, llegado el caso, formar coaliciones con partidos progresistas y socialdemócratas. Estos "frentes populares" debían derrotar a los partidos fascistas, que habían crecido en Europa en la década del 30 y 40, e impulsar un capitalismo de estado. No el socialismo. A esto se le llamó como la doctrina del "socialismo en un solo país": la URSS.
Luego de la caída de los fascismos, de la conformación del bloque socialista europeo y del fin del estalinismo en URSS, los partidos comunistas de los países occidentales y democráticos, continuaron con la misma línea política que habían practicado: alianza con partidos progresistas y socialdemócratas para enfrentar a partidos de derecha y reaccionarios en elecciones democráticas. En ningún caso, el partido comunista debía apoyar la revolución armada ni organizar ejércitos revolucionarios. Es por eso que los partidos comunistas de América Latina NUNCA PARTICIPARON EN LA FORMACIÓN DE GUERRILLAS.
Los partidos trotskistas, por su parte, no buscaron alianzas con partidos fuera de la izquierda, ya sean progresistas, centristas, nacionalistas ni populistas de izquierda. Como caso particular, en Argentina varios trotskistas crearon en la década del 70 una guerrilla armada para la toma del poder: el Ejército Revolucionario del Pueblo. Esta organización militar acabó en un fracaso total luego de aliarse con la guerrilla peronista de Montoneros y ser derrotada militarmente por el ejército durante la última dictadura militar.
El partido comunista argentino (siempre más estratégico) llegó a conformar en la década del 40 un frente electoral con partidos burgueses y socialdemócratas para enfrentar al peronismo (que era lo más parecido al fascismo en la época) pero después pasó a aliarse al peronismo (cuando éste tomó un tono más anti-imperialista), y hasta apoyó a la dictadura militar de finales del 70. El gobierno militar de entonces sostuvo buenas relaciones comerciales y diplomáticas con la URSS.
Ya en el siglo XXI, ha vuelto la alianza entre el partido comunista y el peronismo. Los partidos trotskistas, por su lado, mantuvieron su línea intransigente; pero no han vuelto a organizar la toma violenta del poder. Como dato ilustrativo, en 2019 hubo un sector muy importantes dentro del trotskismo argentino (aglutinado en el Partido Obrero) que quiso apoyar revueltas violentas en todo el país -para preparar una supuesta revolución popular- fue desplazado y marginado. El trotskismo hoy no quiere lucha armada ni acepta la violencia como metodología de práctica política. Vamos evolucionando.